A veces me olvido de mí y sonrío. Me olvido de todo lo que debo recordar y me río de mí y mis ganas de no reír. A veces me río de reírme, y lloro.
Maldita locura la de existir en este mundo entre lo paralelo y lo real, donde no se puede distinguir ni lo uno ni lo otro.
Pero aquí se está bien, nadie te exige más de la cuenta, y si es así te das la vuelta y te vas, porque tú ya no puedes dar más. Nadie te sonríe sin antes avisar, que las balas que dispara una sonrisa son mucho peores que bombardearme en cualquier guerra.
Y volvemos a empezar...que lo peor de esto es cuando sonrío yo y no me aviso, y te pasas por mi mente como una ráfaga de viento, y me desestabilizo. Y vuelvo a sonreír con el recuerdo, y vuelve el dolor. Y quién se ofrece romperme este círculo vicioso sino me atrevo ni yo...
Sería más sencillo mirarte y asumir que ya está, salir de esa franja del mundo entre la ficción y lo real. Pero tanto tú como yo, como el resto, sabemos que no hay huevos a saltar y darnos de bruces contra el suelo. ¿Conoces esa sensación de dolor en el estómago? Y te mueves buscando que pase rápido, caminas encorvada, parece que así duele menos, un paso...dos...tres...y te da otra punzada, pero ¿Y el tiempo que no te ha dolido? ha sido solo un instante, lo sé, pero ese instante es el que a mí me salva...y así vivo, buscando cuál es la mejor posición, caminando encorvada...que los médicos no curan el dolor del alma.
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