domingo, 16 de octubre de 2011

Felicidad.


Sale de casa corriendo.
No sabe si debe llorar o reír, pero cree que en ese mismo instante está haciendo las dos cosas a la vez.
Tiene ganas de gritar, de chillarle al mundo que por fin es feliz, que la vida le ha devuelto aquella moneda, que el karma ha hecho todo su trabajo. Pero no sabe si es justo sentirse tan feliz, mientras a su alrededor hay tanta gente sufriendo. No sabe si debe pedir perdón al mundo por sentirse completamente llena de alegría. Llora de emoción. En casa un teléfono en la cama, con las dos últimas palabras aún sonando en él. Te quiero.
Está lloviendo, se moja, pero ahora eso es indiferente. El agua empapa cada mechón de su pelo,goteando por sus mejillas. Siente como va penetrando poco a poco entre el tejido de su ropa, y siente las suaves gotas de agua resbalando por su piel.
Corre cada vez más deprisa. El corazón late desbocado, tropieza, y se cae. Se mancha los vaqueros, pero la da igual. No se para a mirarse, no se para a respirar. Corre. Corre.
Y llega a sus brazos. Con lágrimas en los ojos y la cara empapada él la abraza. Ella escucha su corazón veloz, con la cabeza en su pecho. Él le coge la cara entre sus manos, la mira un solo instante a los ojos, simplemente para comprobar que todo lo que está sucediendo es verdad. Y la besa.

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