No me mires así, nunca he querido hacerte daño, lo sabes.
Tú eres mi vida, mi mundo, pero ahora el mundo se ha acabado.
Aire, respiro. Tú lo eras todo, cada mañana y cada noche, marcabas el camino y me he quedado sin nada. No busques culpables, porque no los hay. Quédate con las cosas buenas, con aquellas mañanas en las que podíamos volar por encima de los sueños, todos esos besos lanzados al aire que algún día encontraremos, en otras miradas...en otros mundos...
Siempre me quedarás tú. Un tú que no podre olvidar, que por mucho que lo intente no se borrará de mi cabeza, de mi mente, mi subconsciente...Porque estamos echos de nada y de todo, de suspiros que forman palabras, de miradas que causan suspiros.
Yo estaba echa de ti, de tus ganas de seguir sufriendo juntos y luchando por algo mejor, estaba echa de mi, de mi y de mis ganas de verte sonreír, aunque yo tuviese que llorar por ello.
Nunca olvides mi nombre, y no me recuerdes como un error.
Todas las historias son historias de amor, desde las que duran toda la vida, hasta las que, como la nuestra, terminan igual que la primera tostada del desayuno.
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