miércoles, 15 de enero de 2014

En la tempestad del mar...

Pensé que podíamos ser infinitas, y moldear el destino a nuestro gusto, me llegué a creer inmortal entre tus brazos, enganchada a tus labios. Sigo siendo adicta al sabor de tu sonrisa y al olor que dejabas en mis sábanas cada madrugada.
Te echo de menos, me echo de menos contigo, nos echo de menos. Nos creí perfectas, nos creí capaces de saltar al vacío sin miedo al dolor, sólo la libertad de ser dos en una sola, la libertad de no tener miedo a caer.
Me duelen las costuras de los sueños que no llegamos a cumplir, me duelen las ganas y las fuerzas que tenía para hacerte feliz cada minuto de mi vida...de nuestra vida.
Ahora todo es grande, cuesta arriba, sin ti, pequeña, todo se hace difícil, incluso no pensarte puede llegar a doler más que hacerlo.
Yo me creí fuerte contigo, llegué a serlo, yo me rehize por ti, sonreía gracias a tu sonrisa, llegué, en ocasiones, a respirar con el aire de tus pulmones...
Me dejaste vacía, incluso sin ser tu intención, no te lo llevaste todo, pero dejaste recuerdos, demasiados recuerdos que se clavan en mi pecho una y otra vez, te llevaste mis formas de supervivencia y me dejaste con demasiado peso para llegar a la orilla.
Y ahora lucho entre olas que me zarndean, me suben y me bajan sin rumbo fijo, ahora lucho para conseguir algo de aire que me saque de aquí, busco un bote, una balsa como la que tú construiste para mí...pero no hay nada. Lo fácil sería desprenderme del peso, dejarlo atrás, pero cuando llegue a la orilla y mire desde allí la tempestad del mar lo único que me quedarán son los recuerdos que salvé, sacando las fuerzas de tu sonrisa. Cuando llegue a la orilla no quedará nada...pero me quedarás tú y las ganas de volver a hacernos feliz, mi amor.

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