Aún me cuesta recordarlo como algo precioso porque duele, pero sería injusto no hacerlo.
Era, y ya, incomparable, indescriptible, fuerte por sí sólo. Era mucho más que la unión de dos sonrisas, de dos almas, de dos cuerpos...iba más allá de ti y de mi, más allá de aquello que podría ser narrable en un texto como este.
Aprendí de ti, a quererme, porque quererte era inevitable. Aprendí a ser fuerte, a ser libre, haciéndome serlo. Me enseñaste a mirar con otros ojos al mundo, sin la finalidad de que el mundo lo hiciese conmigo.
Me enseñaste a ser feliz sin condiciones, sin nada más.
Fuimos fugaces, como una estrella, o un amor de verano a destiempo, fuimos luz y luego incendio, vi en tus ojos el amor, y creí.
Las gracias van en cada línea de este texto. Sobre todo por cuidarme y seguir haciéndolo. Porque no hay nada más bonito que aquello que termina con lágrimas y tristeza, pero acaba bien.
martes, 14 de enero de 2014
Gracias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario