lunes, 20 de enero de 2014

No quiero huir de ti.

Te sigo buscando en todas partes, con la maldita intención de que no sea real. Sigo mirando hacia arriba en las escaleras mecánicas por si me esperas para darme una sorpresa. Sigo subiéndome dos escalones por delante para llegar a besarte, y me sigo sentando en el mismo puto asiento de dos al lado de la puerta, aunque ahora eso de que sea de dos no importe.
Sigo mirando las escaleras de la biblioteca con añoranza de tiempos mejores, besos y galletas de chocolate para ti...
Y sigo queriéndote cada vez más y recordándome cada vez menos. Sigo temiendo los trenes en dirección Atocha y las poesías que antes no hablaban de ti y ahora si, y las que lo hacían...no sabes cuánto huyo de las que lo hacían...y las canciones, aquellas letras que no escuchaba por tu incesante jadeo en mi oído, y ahora al escucharlas aún te oigo. Huyo de Madrid y de mi, que me recuerdo a ti, y me descubro haciendo tus gestos y tus palabras y me da vértigo que ahora es todo lo que me queda de ti...
Estás en el aire, porque no tenías dueña, y en mi cama, cuando la dueña era yo...estás y estarás, y cómo huir de esto si te llevo tan dentro...tengo que olvidarme de mi para poder olvidarte, tengo que dejar de ser para que no seas...
Aunque no quiero que te vayas, soy feliz incluso con este dolor, soy feliz contigo en mi, soy feliz de que duela porque ha sido, y los recuerdos existen porque son momentos vividos...soy feliz de haberte tenido, quizá poco, ni un suspiro, pero me agarro a todo esto para aún seguir contigo.
Me haces falta en presente y en futuro, y lucharé lo que haga falta para que al soplar no te esfumes.
Sé que no te irás, y por todo esto, gracias.

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