Me gustaría creerte cuando me dices que ya no ves el precipicio en mis labios. Déjame ponerte al filo, con los pies a medio caer y las yemas de las manos a medio rozar.
Te he visto besar con los ojos abiertos y cerrados, con los dientes, con las uñas y las manos, te he visto besar con las pestañas, con las piernas entrelazadas a mi espalda, con mis manos en tu culo, y las tuyas en el colchón de la cama.
Te he visto besar con hambre, con sed, con miedo, con ganas, con rabia, con deseo de otra noche más larga. Te he visto besar desnuda, vestida y en bragas, te he visto con los labios fríos, húmedos o con esa sonrisa pintada.
Te he visto buscar un beso en cada herida cerrada, correr detrás de mis labios y que la pared nos hiciese de cama.
Te he visto con los labios rojos, y todo el carmín en mi cuello, te he visto borrarme el mío a mordiscos...
Te vi besar con vergüenza, y me enamoré.
Y cómo me voy a creer que ya no quieres más de esto, si te he visto besarme con cada parte del cuerpo, en cada calle vacía, en un vagón en el metro, con 300 personas mirado, o escondidas bajo el edredón de tu cuarto.
Cómo me voy a creer que me has cambiado por nada, que el fuego que nos unía ya casi no tiene llama...
Esta es la primera vez que no te creo, pequeña.
Fúndeme en tu mirada, que mis ganas ya han decidido que se quedan contigo.
lunes, 10 de febrero de 2014
No te creo, pequeña.
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