lunes, 3 de marzo de 2014

No hay huevos.

Esta es la tercera vez. Por fin me armo de valor y escribo.
No hay huevos a quedarse.
Que huir cuando algo se ha roto es lo más sencillo y tú...tú nunca has pecado de cobarde. Que a mí tampoco me gusta ver todo este desastre, pero podría vivir en él el tiempo que hagas falta.
Que te espero en bragas a ver si así me muerdes como la última vez, que ya no sé ni cómo hacer para que no se vaya tu marca...patentada en mi cuerpo.
Que a ver si vienes, que llevo tantos días con el pelo mojado que ni me acuerdo de lo que era secarlo con el roce de la almohada...y tus manos. Supongo que ya ni el viento pasa por aquí por el simple hecho de que ya no estás.
Y viene la calma, y no hay mayor temor que al preguntarme qué pasa la respuesta sea nada, y no tú. Que pase todo menos yo, y me quede.
Cuántos labios deberemos besar para aceptar que no está aceptado, siempre creyendo que el tiempo hará su trabajo, confiando con los ojos vendados.Que se me pegaron dos o tres páginas del libro y no las voy a poder pasar, y cuando lo consiga habrá mil cosas que no habré leído, y ojalá no estés en esas hojas, porque no quiero perderme algo como tú.
Y leí que para ser feliz hay que obligarse, y no hay frase con la que más me haya chocado, pero empiezo a ver los matices y a escribir "para vivir hay que obligarse" que lo de ser feliz es secundario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario