Lo he comprobado.
Tengo un nido de mariposas en mi estómago, y no sabes la que están liando aquí dentro.
Supongo que será por la cerveza de antes de ti, o de después de mí, pero este olor a lluvia me recuerda que no quiero dejar de ser.
Cuántos libros tendré que leer para enterarme que el amor no se define. Y que nadie lo entiende. Maldita manía del ser humano de deformar aquello que no se puede tocar. Qué manera de estropear lo que llegó a ser y no a estar.
Que ya sé que podría dar lecciones de irrealidad al mundo y contar, con un par de venas desgastadas de quererte, que esto no es una poesía, y que el mundo se va a la mierda. Pero hay que enseñar los dientes, y no solo para morder. Hay que ver el sol y sonreír, contar las estrellas, los amigos...o yo que sé, pero contar algo. Incluso la vida. A esa hay que contarla despacio, que no pase. Que se la quieren follar deprisa y luego la dejan tirada en cualquier bar de carretera, y cómo no, tengo que llegar yo para recoger los pedazos que queden de ella.
Cuidadla bien, que es la última que os queda, o la primera...ya sabes, puedes llamarlo como quieras.
He mirado a la vida tantas veces a los ojos que ya no recuerdo los tuyos. Y la mezcla de todos ellos han formado un caleidoscopio en tu sonrisa...será eso lo que me atrapa. Que tienes mil miradas entre los labios y me hablas con la mirada, y yo ya no sé qué pensar, pero qué te voy a contar...eso no es nada nuevo.
Que hay mil relojes que saben parar el tiempo, pero yo sólo quiero el tuyo por eso de que estaba en tu muñeca...hay veces que soy tan caprichosa que no me doy cuenta de que los buenos siempre hay que compartirlos.
Regálale al mundo todo lo que le falta y no merece. Enséñale a sonreír entre los dientes, a caminar con paso firme abriéndote paso entre las miradas de la gente, a contar mil historias sobre las coincidencias y a que sólo te crean dos. Enséñale al mundo la fuerza con la que gritas en silencio. Cuéntale que hay canciones que ya no escuchas porque hablan demasiado de ti, y ya te has cansando de escucharte. Que hay notas que ya no suenan por el miedo a que se queden para siempre pulsadas por unos dedos que ya no tocan...que ya no te tocan. Y cuéntale lo de la piel y los lunares, que nadie más lo sabe...el mundo se merece conocer una obra de arte.
Pensé que ya lo había dejado...nunca des por terminada la huida, que hay corazones de alambre que pinchan más que un olvido. Siempre sonriendo y sangrando...maldita bipolaridad de la vida.
Y no. Ya no abro la puerta cuando llaman, no vaya a ser que regrese mi sonrisa perdida.
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