Rematar no es matar dos veces. Y ojalá.

Rematar no es matar dos veces, es abrir la herida y echarle sal para ver si aún escuece.
Es descoser los pedazos que unían tu mente y dejar que escapen los recuerdos como queriendo volver a dolerte.
Rematar es morderme para comprobar si es verdad que hay vida después de la muerte.
Y admirar la marca de tus propios dientes.
Dejé de pensar en mí para no verte.
Después la hostia se volvió rutina, de tal forma que pasé a llamarla vida.
Siempre me he empeñado en escribir la historia cuando aún actúo dentro, pero ni los mejores actores pueden dejar de lado su papel y seguir viviendo.
Ahora que la nada se ha apoderado de mi mente vengo a decir que no hay un precipicio que más me acojone que sus ojos. Y mira que soy de miradas perdidas...pero te encontré después de tanto ruido, callando al silecio. A ver quién más tiene cojones a eso.
Joder, mira que ha pasado tiempo.
Vivir se ha vuelto tan sencillo ahora que creo no estar haciéndolo. No sé cuántas veces tendré que repetirme que la vida sólo es otra forma más de moir.
Ya todo va bien.
Espero que aún recuerdes aquel día, tú boca arriba pidiéndome a gritos otra calada de alegría y yo mirándote como preguntando qué coño le había hecho yo a la vida para que se riese así de mí.
Yo no me acuerdo de nada.
Tal vez algún destello fugaz de tu sonrisa, y todas y cada una de sus muecas, acompañada de unos ojos que arañaban desde dentro. Pero es sólo un vago recuerdo.
Menos mal que aún nos queda vida para poder morir a tiempo. Yo que siempre soy de revanchas me quedé hasta que ya no me quise ni yo.
Con las cuerdas por el cuello tiré de mí hasta llegar a este regero de paz que no lleva tu nombre.
Y no me alegro. Pero sobreviví a la muerte y maté a la vida en tu nombre. Mastiqué con rabia la tristeza y tragué, ahora que no me acusen de mis ojos de lluvia. Que siempre que cuento contigo me sale a deber y ya no sé que más hacer si por más que te acusan nos has sido y por menos he vuelto a perder.