sábado, 25 de junio de 2011

Destinados a sufrir




Lo único que he hecho a sido nacer. ¿Soy culpable de eso? Me haces serlo. Me haces pensar que no me lo merecía, que estabas mejor sin mi. Me demuestras que tu vida era mejor sin la mía.
¿Tengo que pedir perdón? No. Ya no. No has sabido quererme como debías, estar a mi lado cuando te necesitaba y cuando no. No has sabido cuidarme y ayudarme. Pero no has sabido porque no lo has intentado. No has querido, esa es la palabra exacta.
Te grito a ti, que nada me has dado. Me quitaste las alegrías y las hiciste pedazos. Me ensañaste a ser mayor antes de tiempo, eso es lo único que te agradezco. A estar atenta aún sin saber lo que eso significaba. Escuchar detrás de las puertas por si se decía algo que yo no sabía. Pero yo lo sabía todo. Mucho antes de que tú me confesaras que no me querías, mucho antes de que demostraras de lo que estás hecho, yo ya sabía toda la verdad. Sabía que no me querías.
No te voy a consentir que entres ni una vez más en mi vida. Te saqué de ella entre gritos y puñetazos al destino, y no dejaré que vuelva a ocurrir. No te necesito. He aprendido a vivir sin ti, ya que nunca he vivido contigo. Tu presencia sacaba lo peor de mi, me hacía odiarme por no tener el valor de decirte cuanto te odio por lo que me hacías pasar.
Me has enseñado a madurar cuando tú aún no lo has hecho, he aprendido cosas de ti, pero para no repetirlas, cosas que están rodeadas en mi diario, con una señal de stop.
¿No te da vergüenza tenga que decirte todo lo que haces mal? ¿Que sea yo la que te de lecciones de moral? Pues a mi si me daría vergüenza.
¿Quién estuvo cuando me derrumbé, cuando caí? ¿Quién estuvo cuando era feliz, cuando poco a poco me hacía mayor?
Lágrimas y más lágrimas. Era lo que me hacías derramar. Dolor, sufrimiento, lucha. Lucha por escapar de ti. De tus miradas de decepción, de tus desprecios, de tu forma de dar la espalda a los que se suponía que eramos tu familia. Huir de tus largas noches borracho en las que aprendí a no callarme, como me decía mamá. Huí de ti. Y no pienso volver a caer en el mismo error. Nadie como tú entrará en mi vida. No lo voy a permitir.
Vete por donde viniste, no me busques ni intentes remediar tantos errores. No me llames, sabes que no voy a estar. Un error tiene perdón, pero una vida entera siendo como tú no se merece ni la más triste de las miradas. No me mereces, yo simplemente no soy como tú.
No me conoces, no sabes cual es mi comida favorita, ni cual me hace vomitar con solo olerla. No sabes que cosas hago cuando me apetece relajarme, que cosas me gustan. No sabes lo que estoy estudiando, ni que notas tengo. No sabes el color de mis ojos, estoy segura, aunque te haya mirado mil y una veces con esa mirada que solo yo te se poner, tan sincera, en la que te digo que no me apetece verte, que te largues.
No me has dejado soñar, me has arrebatado mi infancia, y cada uno de mis deseos. Me has hecho creer que me merecía lo que sucedía, o que era algo normal. Sólo me has dicho que me querías cuando estabas borracho, y lo siento, pero por mucho que digan que los borrachos siempre dicen la verdad yo no te creí.
Gracias por despreciarme, por cada grito, cada insulto, cada golpe a la pared. Gracias por todas las veces que has arriesgado mi vida solucionándolo con un simple perdón. Gracias por todo lo que me has dado. Sólo así me he podido dar cuenta de lo bonita que es la vida sin ti. De que los sueños se cumplen, de que la gente te quiere, sin ningunas segundas intencionesr. Que no te admiro, ni lo haré nunca. Gracias a ti me he dado cuenta de lo mucho que valgo, y no porque me lo hayas dicho muchas veces, sino porque veo lo poco que nos parecemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario