martes, 6 de septiembre de 2011

Amar.

- No llores más. - La zarandea.- Deja de hacerlo, por favor.
 
-Déjame, ¿No ves que no lo estoy haciendo aposta? - Contesta ella entre lágrimas.

-Lo sé, pero no quiero verte así. -La agarra la cara, y la mira a los ojos. - ¿Ibas a dejar que me marchase? Ni si quiera has mirado hacia atrás cuando me he ido.

-Siento no haberlo hecho, de verdad.

-¡No es verdad! Ni si quiera te has girado. ¿Y si me hubiese ido? Ni si quiera te preocuparías por mi.

- Te habría llamado.

-Eso no me sirve. ¿Me habrías llamado cuando ya estuviese en el tren? ¿¡Qué habrías hecho si me hubiese ido?!

-Sabía que no te ibas a ir. ¡Lo sabía! No puedes hacer eso...

-Claro que no. Porque yo siempre voy a volver a por ti, siempre voy a estar detrás tuya, hasta que te canses de mi, todos los días volveré, porque yo te quiero. - Ella rompe a llorar de nuevo. -¿ Qué te pasa ahora?

-Dios, ¿Es que no lo ves? Todo lo que me das, es demasiado, yo solo te doy disgustos, y no quiero, no quiero hacerte sufrir más, no te mereces a alguien como yo.

-Tú me dijiste que éramos diferentes, ¿no? Demuestramelo, demuestrame que me quieres más que las otras, que me quieres solo a mi. - Ella intenta besarle y él le para. - No, demuestramelo, pero así no.

-Te quiero. - Agacha la cabeza, no sabe que más hacer.

-Prométeme que no me estoy equivocando contigo, dentro de cinco o seis años yo me quiero casar contigo, ¿es que tú no? ¡Yo quiero una vida contigo!

-Yo también. Me equivoqué, y lo siento, pero te prometo que todos y cada uno de los días te demostraré que solo quiero estar contigo.

Ella llora desconsoladamente, y él la besa, con un beso en el que se refleja toda su absoluta sinceridad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario