Harta de palabras vacías, que solo sirven para maquillar una verdad llena de astillas. Cuidado con tocarlo con tus manos delicadas, puede doler.
Cuéntame tus taras, y tus errores, estás tan bonita con esa cara de haber roto mil platos y querer pegarlos uno a uno.
Después yo te romperé los míos, que tener todo ordenado nunca se me dio bien. Y qué mejor momento para sacar del sombrero todos aquellos trucos que aprendí.
Magia.
Y te cuento los secretos, que la magia no era nada sin tus mil maneras de enseñarme a hacerlo.
Y qué bien se nos dio el espectáculo, eso es lo que cree el resto, que no era más que un escenario.
Pobres, si supieran que el conejo vivía de verdad en tu chistera, y que me partías en dos con tus manos sin guantes. Si supieran que me aprendí los trucos para quitarme las esposas y vendarte los ojos se me daba tan bien. Si te hubiesen visto con la capa de heroína...y sin nada debajo, sabrían que teníamos los polvos de hadas guardados en una caja secreta, por si acaso fallábamos en algo...pero nunca los usamos.
Y vernos desaparecer entre mil personas, que solo estábamos tú y yo, lo siento pero no hay trampa ni cartón.
No había escenario, ni escena, ni decorado. No había ni actores ni actrices en el reparto. No había un guión en una página en blanco. Solas tú y yo creamos magia en cada rincón de tu cuarto.
jueves, 6 de febrero de 2014
No fue teatro. Era magia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario