Hoy era necesario volver.

Pasa el tiempo como si no fuese conmigo, y yo miro hacia otro lado para no verte. Aunque ya no estés. Te has ido, aunque no me arriesgo a decir para siempre. Ni hasta nunca.
Recuerdo la última vez que te vi, tú tan guapa que me avergonzaba de mirarte por si me descubrías, y eso que ya todos los secretos habían pasado a ser verdades. Te escuchaba reír y respiraba hondo en medio de conversaciones banales que no hablan de ti. Qué absurda es la vida, incoherente precipicio, que te obliga a saltar y te corta la cuerda en mitad del abismo.
Apáñatelas tú mismo.
Sigo teniendo el surco de tu beso en mi mejilla. Maldita última vez, que me dejó sin aire. Y sin saliva.
Olvídate pronto de este cuento, y de mí, que ya escribo yo el recuerdo...te volveré inmortal entre los versos. No conseguiré olvidarte porque solo he de releer para tenerte como aquel día...aquella vez...o quizás nunca. Me replanteo la existencia y no la mía, me replanteo las coincidencias de las sonrisas y la vida...y no sé. Ahí estás tú dispuesta a vivir y a ser el Madrid de otra vida, dispuesta a recordarme con una sonrisa, mientras repites "esa chica no me merecía" y yo solo sé hacer esto, darte vida en otro texto y moldear entre mis teclas la amargura del recuerdo.
Por qué tienes que ser Madrid con todos los sueños que había, ahora dime dónde puedo huir si ella está preciosa mientras me recuerda que tú también lo estarías.
Y hace un mes que. Y un mes sin. Y se quejaban de abril...Lo siento, no te hice caso y en esto de olvidarte llevas tú las llaves. Mira, me las dejaste en el buzón, ¿no vuelves? Que sepas que tengo mil excusas para verte, pero igual que dosifico el recuerdo lo hago con el olvido, que no quiero que pienses que aún sigo escribiendo poesía sobre tus labios. Y no me refiero en forma de besos.
Ojalá algún día comprendas todo lo que la poesía te echa de menos, porque yo no sabré explicarte el dolor cuando vea tu sonrisa y no sea yo quién viva dentro.