jueves, 23 de octubre de 2014
Animales en jaulas
incesantes jadeos somnolientos
"La cárcel" next station.
Cuerpos inertes dejan el último tren que les lleva hacia su vida.
No miran atrás.
Tinajas de café donde sumergir sus cerebros cansados.
De no cansarse.
Smartphones convertidos en familia,
por favor, no sonría si no es para la cámara delantera
de la parte de atrás del mundo.
No mirar.
Próxima parada "silencio"
Taciturnos embaucados por rutinas.
"Con tres emoticonos le regalamos una mirada perdida"
Gotear el presente entre las yemas de unos dedos que vuelan
buscando un futuro próximo,
mientras el prójimo le mira extrañado.
Hay quien lo tiene todo y ni si quiera lo ha Twitteado
"en qué estaría yo pensando" - probablemente en nada-
140 caracteres de apariencia.
Todos se quedan cayados,
hay quien ya no se fía del ser humano.
"Próxima parada, la vida"
a ver quién tiene cojones a quedarse sentado.
- Disculpe, señor, tiene un prejuicio que ha manchado su rutina,
no se preocupe, ya se lo limpio yo. ¿Sabe? tiene los ojos cargados,
de malas costumbres.
Sí, como mirar al suelo cuando le hablo.
De acuerdo, esa mirada ha servido
para no volver a verme por aquí perdido.
Disculpe mis ganas de seguir viviendo,
ya me vuelvo por donde he venido.
Y quizás la soledad sea fría,
pero abriga más que los corazones de hojalata
que se chocan por Gran Vía.
"Detección de parpadeo" cuidado,
las máquinas quieren que pasemos a formar parte de su vida.
La perfección en un cuerpo,
quiero la cara de ESA modelo,
tocarte el culo en mitad del vagón
se ha vuelto una prueba de fuego.
¿No entiendes de lo que te hablo?
Vemos lo natural como algo prohibido,
quiero besar con lengua, follar con ganas
y que se oigan todos mis gemidos.
parece que nos alarma menos
escuchar los gritos de nuestros vecinos.
-Que no se besen delante de mí,
¿es que no tienen respeto por nada?
Metiéndose mano en mitad de la plaza.
Nos miran como a pedazos de carne
que de un momento a otro va a ser devorada.
Seguro que esa mirada de asco no se la dedica al padre
que pega a su hijo en la cara.
Gracias por nada.
Somos hipócritas de nuestras propias palabras.
Admitimos el golpe como consecuencia de unos actos
que no excusan la causa.
Nos avergonzamos cuando hablamos de lo que tenemos bajo la falda,
el pantalón
o las bragas.
Nos quedamos calladas.
Y es esa a quien llamas puta,
la que es libre de hacer con su cuerpo lo que le da la gana.
¿Puede apartarse?
Me bajo en esta parada.
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